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miércoles, 29 de octubre de 2014

DÍA 154 - 155: EL CAMAROTE DE LOS HERMANOS MARX

Lunes 27 de octubre : Kashgar - Urumqui
Martes 28 de octubre : Urumqi, China  1465 Km

Acumulado: 12678Km (8323 Km en bici)

Amigas, llegamos a Urumqui. Después de cuatro interminables días tocamos la tierra prometida. Y no porque aquí se nos pierda nada… bueno miento, perdemos de vista este tren mongol más parecido al caballo del malo que al “Dragon khan” de Port Aventure. ¡Porque menudo tute de tren chaval!

Lo de tren Mongol no es coña. Estamos a tiro de piedra de Mongolia. Por aquí se corrió unas buenas juergas el Gengis Kan. De hecho el germen de lo que luego fue su inmenso territorio son estas tierras. Los mongoles a esta ciudad le llamaban “Pastizal hermoso”, por los fabulosos prados que aún hoy se pueden apreciar.

Una curiosidad que los tipos de esta ciudad te venden en cuanto llegas: Urumqi es la ciudad del mundo más alejada de cualquier mar. Nada más y nada menos que 2500 Kilómetros separan esta villa de la playita más cercana. ¡Cualquiera viene aquí con ganas de playa, eh!

El Adolfo ha llegado machacado. Para que luego se queje de la mala vida que le doy. No ha pegado ojo en tres días. Porque chicas, lo de los Chinos en el tren es de órdago.

La cosa empieza calentita ya en la subida. Empujones y agarrones entraban dentro de lo esperado. Lo de patadas a lo judoka ya nos pareció más fuerte. El alboroto que te montan de bienvenida deja pequeños los altercados de Tiananmén.

De todas formas el saludo chino quedó en una chiquillada cuando Adolfo se introdujo en el vagón y descubrió la realidad de un tren chino. O co-chino según prefiráis.

Al nene todavía se le tensan los esfínteres cuando vio el asiento que le correspondía. Una especie de pringote marrón oscuro decoraba la tapicería. ¡Madre mía!
Con las que ha pasado Adolfo como para amilanarse por una cagarruta. Así que, papel en mano, trató de limpiar lo que el destino ya había hecho inevitable... “piensa mal y acertaras".
Media hora, un periódico y una camiseta más tarde Adolfo ya estaba sentado.  Entonces es cuando empezó lo bueno.

¿DÓNDE DEJÉ YO EL PAPEL HIGIÉNICOOOO?
Veamos los compañeros de quirófano.

Tenemos enfrente a Agapito (nombre en clave que Adolfo pone a su colega). A Agapito le gusta jugar con los sapos y mocos de la nariz. Uno por aquí que me como yo, otro por allá que pego al asiento y este por acá en el cristal, ¡qué coño!… Pues nada hombre, como si nada, porque mientras tenéis al pobre Adolfo sudando por los retorcijones que le causó aquella visión, el cabrón de Agapito ya estaba roncando apoyado sobre el nuevo cristal sapo. ¿Un encanto, verdad?

¿Y qué hay mejor para los retorcijones? Pues un buen baño chino.
Dos horas, dos interminables horas tardó el baño en quedar libre. Y cuando por fin se libera… Adolfo se pone de cuclillas … y apunta… TOC, TOC, TOC… El tren se para y el revisor de turno aporrea la puerta para informar que en las estaciones no se caga, chaval… Pues nada hombre, media hora más en aquel nauseabundo baño esperando al movimiento del tren.

Bueno, al mal tiempo buena cara. Ya tenéis al Adolfo caminando hacia Agapito con la intención de conciliar un sueñecito, sin saber que allí le esperaba una nueva sorpresa en forma de “familia Adams”. Filomena y su hijo Gael.
Y lo cierto es que, durante el primer cuarto de hora, resultó bastante ameno tratar con la madre y el niño, que apenas se mantenía en pie. Pero luego la Filomena se cansó de tener en brazos a su nene y optó por dejarle recorrer el pasillo. Eso hasta que el cabroncete de Gael hacía de las suyas intentando escaparse a otro vagón. Entonces la madre corría dando voces hasta él para darle unos azotes, tras lo cual volvía a dejarle rodar por el vagón a sus anchas.
Y así estuvo el niño para adelante y para atrás hasta que llegó la hora de comer y la señora engancho al chaval. Entonces el niño agarró un berrinche de carallo y, ¿a qué no sabéis quién cogió al nene en brazos para calmarlo?
Pues el rubiales, que lo hizo de mil amores, hasta que el chaval le vomito encima…
Sin comentarios.

¡SACARME DE AQUIIIII!
Y por último tenemos a Hortensia. Hortensia está a la derecha y es una fanática de las ventosidades. A todas horas, de todos los colores, en todos los tonos… una auténtica "g-as" de los pedos.

En fin, lo dicho, llegamos a Urumqui. Aquí solo pasamos un día. Luego tren hasta Xi´an.
Pero eso os lo contaré mañana. Desinfección mediante…

3 comentarios:

  1. Jajaja
    Historias para no dormir..

    Si Emir Kusturika leyese esta crónica, os ficharía para el guión y rodaje de la película

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  2. Dios mío!!!!! Ya puedes darte una buena desinfección. Jajajaja encontraste la horma de tu zapato jajaja. Ánimo adolfiño. Un beso

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  3. Los trenes chinos son un clásico de intenet.

    http://chinamola.net/los-trenes-mas-asquerosos-de-china/

    Suerte!
    Edu.

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